Sigues haciendo que mi olfato se prenda cual semáforo en verde cuando siento tu café matutino, tus panes con frijol o el pan recién comprado.
Como lo dije una vez, no fueron en vano tus esfuerzos, tus regañadas ni tus correcciones (aunque algunas si dolían), sin todo eso no fuera lo que soy ahora. Los hábitos, buenas costumbres y sobre todo tus consejos son algo que siempre están presente en mi corazón y en las acciones que hago día con día.
Por eso, estas líneas son para ti. Aunque se que esta difícil que lo leas porque no crees en eso de "las nuevas tecnologías"... Aún así te escribo como una manera de decirte gracias por tus esfuerzos, por tus noches sin dormir y por la paciencia dada.
No creo poder pagarte ni aunque trabaje toda la vida. La única forma que puedo hacer para compensar eso es que siempre te sientas orgullosa de mí y que tengas esa sonrisa en los labios de satisfacción porque has dejado en mí un gran legado.
Lo siento si no celebro esté día con pompas y payasadas, pero no soy ese tipo de persona. Inculcaste en mí la idea de que un día no basta para celebrar una vida de esfuerzo. Estos días se celebran día a día. Con simples acciones que cambian el trajín del oficio. Sabes también como yo, que un abrazo por este día no basta, si tengo todos los demás para disfrutarlos a plenitud. Una rosa se marchita, pero estar cuando me necesitas es más que un ramo completo. Que un Feliz Día de las Madres no vale si no te dedique tiempo los otros 364.
Sabes tan bien como yo, que aunque no seas la mujer que me parió... Eres, sigues y serás siendo por siempre mi Madre.
Para mi abuela Blanca...