lunes, 24 de enero de 2011

Adios Papá

Lo siento, esta no será un típica despedida.
No logro encontrar razones para extrañarte... de vez en cuando solo se me vienen un par de recuerdos vagos que aún guardo en mi mente... pero nada más eso.
Esos recuerdos que una vez existieron y se quedaron ahí estáticos, callados. 

Recuerdo cuando en mi cumpleaños me llevaste helados, recuerdo cuando fuimos a San Marcos, aunque no se para qué. Recuerdo cuando me decías que odiabas que no cargara la camisa fajada y que nunca debía decir malas palabras o que no debía beber una copa. Recuerdo que me enseñaste el valor de una promesa, de una oración, de un sacrificio... de una penitencia.

Me avisaron... mi mundo no se derrumbó, mi cabeza no tembló como yo en una época imaginé.

Que lo siento. No tengo más que decir.
No sé si fuiste un buen padre, no sé si algún día me he de tragar mis palabras pero pienso correr el riesgo.

Ahora solo guardaré esos recuerdos y seguiré mi vida. No me queda de otra.

Las enseñanzas tuyas fallaron, encontré consuelo en otras personas.

Pero sabes, a todo esto tengo mucho que agradecerte:
Agradezco que no me hayas enseñado que una mujer es una esclava de la casa y que no sirve más que para servir a un hombre. Que es solo un objeto y nada más.

Agradezco que no hayas tenido paciencia para explicarme, porque eso me enseñó a ser autodidacta.

Agradezco que jamás haya entendido el porqué meterme la camisa, ya que si lo hubiera hecho hubiera sido solo una oveja mas del rebaño.

Agradezco que no haya entendido el porque no decir "malas palabras", ya que sin ellas jamas hubiera podido explicar tan fría y sutilmente mis sentimientos.

Adiós Papá...
Solo eso puede decirte...

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