
Estamos, acá los dos. Estamos esperando el inicio de todo, el comienzo inesperado de las cosas imposibles. Estamos mirándonos el alma desnuda que tenemos, la razón inconsciente del todo... de la nada.
Los buenos días se convierten en una oración larga, en una razón protocolaria que afecta nuestros sentidos y hiere nuestra sensibilidad. Las palabras rebuscadas hacen grito profundo en todo aquello que una vez planteo una serie de pasas esperados y que hoy navegan en la deidad profunda de lo no entendible.
El ocaso de nuestra relación profana esta cerca. La casualidad se volvió importante en nuestro plano inoportuno. El no desearte, el no tenerte, el callar mientras tus palabras necias no sirven de nada. En silencio me esfumo, me alejo lentamente, callado, con el rabo entre las patas... como solía decir mi amigo.
Te alejas... me voy.
Estamos y a la vez no.
Los buenos días se convierten en una oración larga, en una razón protocolaria que afecta nuestros sentidos y hiere nuestra sensibilidad. Las palabras rebuscadas hacen grito profundo en todo aquello que una vez planteo una serie de pasas esperados y que hoy navegan en la deidad profunda de lo no entendible.
El ocaso de nuestra relación profana esta cerca. La casualidad se volvió importante en nuestro plano inoportuno. El no desearte, el no tenerte, el callar mientras tus palabras necias no sirven de nada. En silencio me esfumo, me alejo lentamente, callado, con el rabo entre las patas... como solía decir mi amigo.
Te alejas... me voy.
Estamos y a la vez no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario