Sentado aquí la tarde me espera. Las caricias solo desean salir y esconderse del frío de este aire.
Las ganas de sollozar quedaron atrás y solo se alza el vuelo inútil de una tensa calma.
Los minutos pasan, las penas se van una por una. Los gestos sin ganas solo se muestran de vez en cuando detrás de aquella esquina sombreada por el colmo de un niño.
Me quedo quieto, trato de encontrarle una ilusión a esta fantasía, de escuchar el sonido del silencio, de ver la luz infinita que tus ojos reflejan.
Escucho el radio, escondo los ánimos, me atrevo a pensar que un día de estos tendré la curiosidad de matar un sueño, de acabar acariciando la tenue vertiente de tus pechos.
Solo, frío, inútilmente desesperante.
Cada minuto pasa, el ruido de un camión afuera me hace despertar de este letargo, pero acá estoy. Esperando volver a esta realidad inconclusa, a esta casualidad de la vida que me abandona de vez en cuando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario